Alice Patterson

Nunca acabaré de entender a los hombres, ni que les pasa por la cabeza. Cuando parece que les vas cogiendo el truquillo… zas! Te meten una estacada que te dejan perpleja.

En eso andaba yo cavilando aquélla tarde cuando, de repente, sonó el teléfono en mi pequeño apartamento. Acababa de sufrir mi última crisis sentimental y no estaba de humor para hablar con nadie. Seguramente me estaría llamando Emma, para contarme su escarceo sexual de la noche anterior con Aaron Simmons. Me alegraba por ella, en serio, pero, ¿a qué mujer en su sano juicio y en mi situación actual, le apetecería escuchar los avatares amoroso-sexuales de su amiga del alma? ¿Cuál podría ser mi reacción cuando la escuchara contarme alegremente:

- Alice, no te vas a creer lo de anoche! Fue increíble Al, increíble! Qué pasada! Qué atributos! Qué hombre!

Como no quería resultar desagradable, dejé que sonara durante unos segundos, fingiendo que no estaba en casa hasta que, finalmente, saltó el contestador.


- Alice, soy Mark, Mark Crowley, ¿me recuerdas? eh….. mmmm… ¿estás por ahí?..... no, veo que no… mmm… eh… me preguntaba si te apetecería tomar una copa… un día de estos…. hoy…. o mañana… o cuando estés disponible…. ummm… si lo estás claro… bueno, volveré a llamar en otro momento. Adiós.


La expresión de mi cara cambió radicalmente, y no lo digo porque lo viera, no tenía ningún espejo delante, ni nadie que me dijera “Alice, ¿qué coño te pasa? estás blanca como la pared!”, pero pude sentirlo.

Después de un año… ¡después de un maldito año!

Las mariposas volvieron al estómago, frío, mucho frío, piel de gallina… calor… calor sofocante…. Mark Crowley… ¡maldito cabrón! ¿Cómo se atrevía a llamarme después de aquello?! Estaba alterada, irritada, enfadada, cabreada, indignada, fuera de mí. Pero, a decir verdad, al mismo tiempo estaba emocionada.

¿Qué se habría creído ese Mark? ¡Ya le devolvería la llamada cuando me diera la gana! Lo iba a hacer esperar un poco. Al menos por hoy… mañana ya veríamos!